Barcelona, como toda gran ciudad, siempre está en continua transformación. Es algo habitual para sus vecinos que no obstante genera las incertidumbres lógicas ante todo cambio; lo vivimos actualmente con el turismo masivo y la modificación, o no, del modelo urbanístico. Sin embargo, hay momentos traumáticos que acaban llevando a la auténtica mutación de uno o varios barrios. Las turbulencias de finales del siglo XVII, la Guerra de Sucesión que culmina con el sitio de la ciudad y la rendición de Barcelona en 1714, el plan Cerdà y las desamortizaciones de mediados del siglo XIX, la Guerra Civil, los planes de urbanismo de los ayuntamientos franquistas, etc. Todos estos eventos impactaron directamente sobre Ciutat Vella y sus distintos barrios. La desaparición de uno de ellos, el que giraba en torno a la plaça Nova y la Catedral, es el tema de esta exposición.
El barri perdut podrá verse entre el 1 de septiembre y el 29 de noviembre. Con motivo de las 426 Festes de Sant Roc hemos tenido la suerte de disfrutar de ella antes de tiempo. La preinauguración no es casual: estas fiestas se celebran desde 1589 con la plaça Nova como epicentro y son las más antiguas de toda la ciudad. Se ha tratado de un homenaje al barrio y a sus gentes, a su vez en plena celebración de la memoria de una parte clave en los orígenes y el crecimiento posterior de Barcelona.
La plaça Nova data de 1355 y daba centralidad a una aglomeración urbana que estaba situada alrededor de la Porta Bisbal. Allí tenía lugar un importante mercado diario y pronto se convirtió en el lugar donde celebrar todo tipo de eventos. Con el paso de los años y los siglos, dio lugar al barrio de la Catedral. Marcado por sus calles estrechas, la presencia de la Catedral y la plaça Nova en un trazado apretado le dotaban de una identidad propia que se mantuvo hasta mediados del siglo XX.
A diferencia de Sant Pere, Santa Caterina y la Ribera, tremendamente afectados por los hechos bélicos de la Edad Moderna y la desamortización, el barrio de la Catedral no sufrió grandes cambios hasta las obras de apertura de Via Laietana (1908-1913). Calles y plazas tan emblemáticas como la plaça de l’Oli desparecerían para siempre. El siguiente hito lo marcó la Guerra Civil con los bombardeos italianos que destruyeron numerosos edificios y desfiguraron las calles del barrio. Esto fue aprovechado por las autoridades municipales franquistas, que entre 1940 y 1958 acabaron con el antiguo trazado y configuraron el barri Gòtic como ahora lo conocemos.
En El barri perdut tenemos la oportunidad de contemplar una parte de Barcelona que ya no existe, acercarnos a sus vecinos, a sus casas y comercios; conocer sus tradiciones, sus grandes celebraciones y los pequeños eventos cotidianos. Es un homenaje a todos ellos que reúne imágenes de distintos archivos, organizadas de forma que sepamos contextualizarlas correctamente y podamos acercarnos mejor a la realidad que exponen. El espacio elegido para ello, La casa dels entremesos, es perfecto, pues estamos en un edificio interesante de por sí en el que a lo largo del año se realizan numerosos actos y donde puede verse una amplia colección de gigantes, bestias y marionetas, parte también de la historia de la ciudad.
El barri perdut: la plaça Nova i el barri de la Catedral, organizada por la Associació de Festes de la Plaça Nova – Comissió de Festes de Sant Roc de Barcelona, podrá visitarse de nuevo a partir del 1 de septiembre en la plaça de les Beates nº2. Es cita obligada para que los vecinos de Barcelona de 2015 tomemos conciencia del pasado de la ciudad y seamos conscientes de los efectos de sus cambios, en los que estamos inmersos. Sin embargo, también debería ser una visita obligada para el turista, ente sin rostro ni identidad que llega a nuestras calles cada día y que marcha, mayoritariamente, con esa misma impresión de nosotros.