El pasado 11 de septiembre de 2013 reabrió sus puertas el Mercat del Born. Tras ser cerrado en los años 1970 y estar a punto de ser derruido, comenzó un proyecto para convertirlo en biblioteca provincial. El encuentro de restos de la “Barcelona de 1714” (¿?) paralizó el proyecto, que fue transformado en algo totalmente distinto. Así, el antiguo mercado reabría sus puertas como Centro Cultural, epicentro de las celebraciones del Tricentenari, lo que ha culminado la conversión del barrio de La Ribera en auténtico reclamo turístico. Pero, ¿de qué tipo de centro cultural estamos hablando?
El Born Centre Cultural
Lo primero a destacar es que la entrada al antiguo mercado se mantiene gratuita, al menos en principio. Cualquier visitante puede observar los restos del yacimiento, aunque a ojos del ciudadano de a pie (y, personalmente, de los míos propios como licenciado en Historia), no tienen nada especial. La cosa cambia cuando se quiere una explicación en profundidad o un recorrido entre las piedras: las visitas guiadas, en grupos reducidos cuestan entre 5,50€ y 9,85€ (precios generales). El colofón es la apertura de un gastrobar de Moritz que se mantiene abierto en horario de restauración cuando el antiguo mercado cierra sus puertas. ¡Ah! Y también pueden alquilarse espacios para eventos propios, un marco incomparable, ¿verdad?
La reconversión del mercat tiene dos puntos fuertes. El primero, la reivindicación del lugar como emblema de la resistencia catalana (en la interpretación oficialista de los hechos) ante el invasor hispánico-Borbón. Lo deja más que claro la gran senyera en la entrada. El segundo, el bar de Moritz, marca plenamente implicada en la causa de CiU. Esta nueva oferta gastronómica se suma a los numerosos bares y restaurantes que han proliferado en todo el perímetro de El Born Centre Cultural, los cuales hacen imposible la vida de los vecinos de toda la vida, tanto por el ruido constante como por el espacio que ocupan. Entre las terrazas y los visitantes que atraen, es casi imposible caminar con normalidad por la zona en cualquier día laborable. Eso explica que, junto a estos locales, también hayan proliferado las pancartas reivindicativas en los balcones. El mensaje: “¿Dónde está el alma del Born?”.
La privatización del Park Güell
Por desgracia para los que vivimos en Barcelona, este no es el único caso de transformación del espacio público en otra cosa. Un ejemplo es el Castell de Montjuïc, que merece un post aparte, pero probablemente más duro aún es lo ocurrido con el Park Güell. Este enorme espacio de la parte alta de Gràcia e icono fundamental de la ciudad, es desde el 25 de octubre de 2013 otro lugar por el que pagar entrada para disfrutar de la arquitectura y diseños de Gaudí.
El parque fue vendido por los herederos del conde Güell (su promotor) al ayuntamiento. Su idea es que fuera público y aprovechado por los barceloneses, pero se ha convertido en otra atracción más por la que pagar, en concreto 7€. Desde el ayuntamiento se ha vendido la idea de que el ciudadano puede seguir accediendo con normalidad, pero no es así. Es necesario un registro y solicitar la visita de un sitio que no es otra cosa que un jardín público. Con la excusa de su deterioro, CiU ha monetizado uno de los lugares más visitados por los turistas, dejando de lado a los barceloneses, especialmente a los vecinos del barrio. De nada sirvieron las protestas de todo tipo desde distintas plataformas.
La maniobra en la privatización del Park Güell se retrata sola: se sigue pudiendo acceder a algunas partes, desde donde puede contemplarse el conjunto y las increíbles vistas de la ciudad. Pero, sobre todo, hay acceso al bar del parque y a las numerosas tiendas de recuerdos. El objetivo es claro, la recaudación a toda costa y el máximo aprovechamiento de un parque público.
La Rambla y La Boqueria
Algo que sorprende a algunos turistas, sobre todo de la propia península, es la cantidad de tiendas sin sentido que hay por toda la ciudad. Supermercados eternamente abiertos que prácticamente se basan en la venta de alcohol por doquier, junto a tiendas de souvenirs fotocopiadas. Pueden verse alrededor del Born y del Park Güell, pero donde más se ven es en La Rambla.
Esta arteria principal de Barcelona, en su día llena de encanto y de barceloneses, ha sido prostituida hasta ser lo que es hoy: un desfile de turistas, despedidas de soltero y lateros-camellos. Eso, en el poco espacio que dejan las numerosas terrazas, sobre todo a partir del Mercado de la Boqueria.
Este mercado es otro ejemplo del tipo de turismo y consumo que promueve la ciudad. Otrora mercado de referencia por sus productos (¡y sigue habiéndolos muy buenos!), a día de hoy es visita obligada en todas las guías y basa sus ventas en zumos y tuppers de fruta cortada. El hecho de que el mercado mismo tenga su entrada patrocinada por la otra gran marca de cerveza de la ciudad, Estrella Damm, lo deja a uno auténticamente descolocado. Debe ser por la gran cantidad de bares que hay tanto dentro del mercado como en el conjunto de la plaza.
Viure lliure
¿Dónde está el alma del Born? ¿Y el de Barcelona? Desde luego, ya no está en el Park Güell, en la Boquería, en las Ramblas o en lugares que a simple vista parecen tan auténticos como Plaça Reial o Santa María del Mar. El consumo de masas y el turismo fast-food están destrozando los espacios públicos de la ciudad, mientras el ayuntamiento aprovecha para privatizarlos y sacar todo el dinero posible el tiempo que el destino siga de moda. Al mismo tiempo, el lema de la ciudad por 1714-2014 es Viure lliure (Vivir libre). Pueden ir preparándose si la gente se lo toma en serio y decide luchar por el alma de una ciudad a la que están exprimiendo sin piedad.