En una de esas plazas de Barcelona que en los últimos años sólo sirve para poner terrazas, se encuentra una de las iglesias más sorprendentes de la ciudad. En la Plaça de Sant Pere está la Parròquia de Sant Pere de les Puel·les, restos supervivientes del antiguo monasterio benedictino del mismo nombre.
¿Por qué sorprende esta pequeña iglesia? Porque está escondida tras unos altos y rudos muros que recuerdan la importante función defensiva que tuvo el conjunto religioso en las guerras del siglo XVIII y XIX, pero también sus reiteradas destrucciones y restauraciones. Una vez en su interior, se observan restos de la iglesia románica de planta de cruz griega que fue en su inicio, elementos góticos y la restauración historicista realizada ya en el siglo XX.
El eclecticismo es fruto de la complicada historia de Sant Pere de les Puel·les. El monasterio fue edificado sobre una iglesia del s.IX dedicada a San Saturnino, de la cual pueden verse trazas en el atrio actual. El núcleo de la iglesia entronca con el románico postcarolingio de los siglos X y XI. Precisamente en esta etapa sufrió ataques de las tropas de Almanzor y comenzó una de tantas de sus reconstrucciones.
En el siglo XIII, bajo el reinado de Jaume I, Sant Pere de les Puel·les fue integrado en la ciudad y quedó dentro de las murallas. Su situación la convirtió en baluarte defensivo, lo que provocó que estuviera en primera línea de batalla en las guerras de finales del siglo XVII y, especialmente, en los hechos de 1714. Puede verse más información sobre esto en el post sobre la exposición Monasterios urbanos en tiempos de Guerra.
El siglo XIX no empezó mejor para la comunidad benedictina: las tropas francesas de Napoleón entraron en el monasterio, lo saquearon, causaron graves daños y obligaron a las monjas a abandonar Sant Pere. Sólo pudieron volver por poco tiempo y tras un largo exilio, la comunidad se instaló en un nuevo monasterio de Sant Pere de les Puel·les, ubicado en el barrio de Sarrià.
Los daños sufridos en 1909 durante la Semana Trágica condujeron a la importante restauración de Eduard Mercader en 1911. Los especialistas en historia del arte apuntan a un excesivo cambio sobre la planta y los elementos originales, llevando más a una recreación historicista del románico que a una restauración del edificio original.
A día de hoy puede visitarse esta pequeña y ecléctica parroquia que muestra el paso del tiempo y la propia historia de Barcelona. En Terrassa se encuentran arcos del claustro y, en Sarrià, las herederas de la comunidad que se instaló en el siglo X. La iglesia sigue en funcionamiento y celebra dos misas todos los días de la semana.
Para más información, visita la web de la parroquia y este post de Amigos del Románico.